Psicólogo en casa

Hace 40 años el Dr. Thomas F. Dwyer, un psiquiatra de Massachusetts, EUA, tuvo la visión de lo que sería la “telepsiquiatría”. Hoy en día, con el desarrollo de internet y las formas de interacción que ofrece esta práctica aún no se ha desarrollado plenamente, ¿pero es esto posible? Varias empresas están ya poniendo manos a la obra para lograrlo.

Lynn Bufka, psicóloga y miembro de la American Psychological Association afirma que la terapia casera “puede ser accesible para aquellos que se niegan a ir a una oficina o para aquellos cuyo estado físico o psicológico se los impide.” Aquellos que apoyan esta forma moderna de dar terapia sugieren que puede ser efectivo para personas que sufren de ansiedad o depresión.

Cope Today es una de las compañías que esta intentando poner a sus psicólogos en línea. En 2010 iniciaron un programa piloto en conjunto con la Guardia Nacional de Carolina del Norte y desde entonces han invitado a las personas en general a utilizar sus servicios. HealthLinkNow, en Sacramento, es otra empresa con objetivos similares. Comenzó su servicio en mayo, y por el momento tratan sólo con clientes institucionales, como las salas de emergencia de los hospitales o grandes empresas, en lugar de las personas en línea desde la comodidad de su hogar.

Las desventajas de la terapia en línea es que no es posible la interacción directa con el paciente y por lo tanto no puede examinarse el lenguaje corporal u otras señales importantes, incluso perder la conexión en un momento de apertura del paciente con el psicológo podría ser perjudicial para el paciente. La terapia cara a cara puede ayudar a un paciente deprimido o ansioso pues lo anima a hacer el esfuerzo de levantarse, vestirse, salir de la casa e ir a terapia. Sin embargo este tipo de terapia puede ayudar aquellos por razones de capacidades diferentes o alguna otra enfermedad mental no pueden salir de casa trayendo a ellos al psicológo a casa.

Veremos si el tiempo y la tecnología hacen posible que este sistema sea una posibilidad efectiva.

 

Fuente: nytimes