¿Qué le pasa al cuerpo cuando está en el espacio?

La teniente coronel Rocío Garzón, subdirectora científica del Centro de Medicina Aeroespacial de la Fuerza Aérea Colombiana, explica que en condiciones de microgravedad el cuerpo humano no requiere toda la fuerza de su sistema esquelético y muscular, pues no necesita estar en posición vertical, razón por la cual los músculos se atrofian.

Los especialistas en medicina aeroespacial han establecido que la masa muscular de los astronautas puede reducirse hasta en un 20 por ciento después de las dos primeras semanas de misión, e incluso puede llegar a ser del 30 por ciento luego del primer mes de estar en el espacio.

Los huesos pierden calcio y se vuelven débiles. Vale la pena aclarar que estos mantienen un equilibrio entre la formación y destrucción de tejido; en ese proceso es vital la acción muscular, cuya fuerza está mediada por la gravedad.

Cuando esta es menor, la fuerza del músculo se reduce y, por ende, su acción reparadora del hueso. Se estima que por estos factores la densidad mineral ósea se pierde en un porcentaje del uno por ciento por mes. Además, como aumenta la expulsión de calcio por la pérdida ósea, se eleva el riesgo de formación de cálculos renales y de fracturas.

La medicina aeroespacial ha intentado amortiguar dichos efectos con acciones antes, durante y después de las misiones espaciales. Con planes de ejercicios (en piscinas, bicicleta estática) y modificaciones de la dieta.

Garzón dice que mientras se está sujeto a la gravedad terrestre, el cuerpo acumula los líquidos en su parte inferior, por debajo del abdomen.

En condiciones de microgravedad ocurre lo contrario: líquidos como la sangre se acumulan en la parte superior, lo cual modifica el funcionamiento del corazón y las presiones venosa y arterial.

Hay una nueva redistribución de los líquidos en el cuerpo, que se interpreta como un exceso que empuja al riñón a filtrar más, lo que hace que la cantidad de orina aumente. El exceso de líquido afecta los pulmones y causa hinchazón. La cara se congestiona y se ve más redonda, incluso la voz cambia, se vuelve nasal y apagada. También disminuye el apetito y se alteran los movimientos intestinales.

En el espacio se pierde el ciclo del día y noche de 24 horas que, sumado a la ingravidez, un entorno reducido y las exigencias del trabajo, hacen que sea difícil dormir.