¿Qué nos hacen los besos?

“El primer beso en la boca está pintado en una placa de piedra en la cueva de La Marche, del Magdaleniense medio, hace unos 15.000 años”.

Los besos pueden producir chispas, rechazo o simplemente nada: ausencia de cualquier tipo de emoción o sentimiento. El primer beso es factor decisivo para que una pareja siga adelante, si es satisfactorio se puede apostar al éxito, si no lo es lo más probable es que el interés se acabe, a pesar de haber sentido gran química o atracción sexual.

Pero una vez que besamos ¿qué nos sucede? Para el psicólogo evolutivo de la Universidad de Albany, Gordon Gallup, cuando dos personas se besan se produce un intercambio de información química – mediante el olor y el gusto – , táctil y postural; de esta manera es posible que se activen funciones del cerebro muy básicas y animales que procesen esa información y nos indiquen si la pareja es buena en términos de reproducción, el grado de compatibilidad genético y si está sana.

No existe técnica determinada para dar un beso perfecto. Todo comienza con un acercamiento del cuerpo y las cabezas, hasta que los labios se tocan, se entreabren y las lenguas se rozan. A veces juegan entre ellas y otras lamen los labios. También se admiten mordiscos en la boca o en lengua, y todo lo que surja de la imaginación, el instinto y el entendimiento en la pareja.

Sirve como preámbulo al acto sexual disparando la excitación de los miembros de la pareja. El 90% de las culturas humanas conocidas se besan con fines románticos y sexuales. El 10% restante no se besa nunca; según la Universidad de Bochum, en Alemania. Usan otras técnicas parecidas: se tocan la cara, se lanzan lametazos, se restriegan las mejillas y las narices… El origen del beso es curioso: tiene que ver con la maternidad, y no con la atracción sexual.

Las mujeres y los besos. La mujer  le da especial importancia a este acto, porque soporta la carga de los costes de la reproducción y debe poner más énfasis en hacer una selección cuidadosa y juiciosa de sus compañeros. No solo busca encontrar machos de alta calidad física, sino compañeros que se mantengan a su lado en una relación de compromiso por el cuidado y protección de los hijos. Los demanda regularmente y los usa para evaluar el estado de la pareja. Hay un vínculo entre la cantidad de besos y la satisfacción en la relación de compromiso.

La testosterona y los besos. Ellos usan los besos para iniciar un contacto sexual con la mujer o como gesto de reconciliación. El hombre tiene más tendencia a abrir la boca en el beso e iniciar el contacto entre las lenguas. Su saliva tiene pequeñas cantidades de la hormona sexual testosterona, que, administrada durante un período de tiempo suficientemente largo a la mujer a través del beso, puede aumentar su libido.

El beso es “la punta del iceberg para comprender los mecanismos biológicos involucrados en la elección de la pareja”, expresó Helen Fisher, reconocida investigadora y antropóloga. Lo que es cierto es que la filematología, la ciencia que estudia los besos, aún tiene mucho que revelar.

Fuente: Quo.es