¿Qué significa un gobierno de coalición?

En los últimos días hemos escuchado muchas voces que piden una reforma al sistema político mexicano, de forma que quien llegue a la presidencia en 2012, sea del partido que sea, pueda formar acuerdos que permitan agilizar los procesos legislativos.

En principio, suena bien, pero hay que analizar más a detalle lo que están pidiendo los 26 políticos e intelectuales que firmaron el desplegado a favor de esta reforma constitucional.

Lo que más de uno se está preguntando es: si asuntos tan importantes y urgentes como la elección de los consejeros del IFE han sido pospuestos por un año, ¿cuánto podrá tardar la selección del gabinete y la elaboración de un programa de políticas públicas?

En la propuesta original, el presidente nombra a su gabinete, pero este tiene que ser ratificado por el Senado, y ambas Cámaras del Congreso serían las que registren las políticas públicas que el gobierno debiera implementar.

Este tipo de arreglos institucionales son los que se llevan a cabo en los regímenes parlamentarios, en los que los ciudadanos eligen a los miembros del Parlamento (el equivalente a los diputados) y son ellos los que eligen al Primer Ministro y a los miembros del gabinete, de entre los mismos miembros del Parlamento.

En un sistema presidencial, como es México, el poder Ejecutivo recae exclusivamente en el presidente, electo de manera directa; es muy clara la división de poderes.

Algunas de las consecuencias que podría tener este esquema, en un sistema como el nuestro, son las que precisamente está tratando de evitar, como, por ejemplo, la parálisis de gobierno ante la falta de acuerdos. Según la propuesta, si los senadores no logran un acuerdo, entonces el presidente es quien nombra unilateralmente al gabinete. O sea, lo mismo que sucede ahora, solo que con una muy intensa negociación política de por medio. Si esto es benéfico o no, es muy dudoso.

La pregunta fundamental es: ¿En verdad se necesita una reforma constitucional para generar acuerdos? ¿Por qué no lo hacen ahora? Tal vez porque el problema no está en el sistema político, sino en los partidos y en los actores.