¿Qué sucede con el peso perdido?

Cuando hay sobrepeso y la persona decide realizar una dieta balanceada y hacer ejercicio, la fórmula garantiza la baja de peso y la reducción de talla. Pero ¿qué sucede con el peso perdido?

De acuerdo con la ley de la conservación de la materia, nada se crea ni se destruye, únicamente se transforma. Así mismo, la grasa del cuerpo no “desaparece”, sino que cambia de forma.

Cuando se adelgaza, el cuerpo convierte las moléculas de las células grasas o lipocitos en energía aprovechable.

Cada metabolismo determina la cantidad de calorías consumidas, es decir, la energía potencial en los alimentos en forma de grasas, proteínas o carbohidratos.

Cierta cantidad de calorías son consumidas al digerir los alimentos. Una vez que han sido descompuestos, el cuerpo utiliza la energía restante o la convierte en grasa para su almacenamiento en los lipocitos. Para perder peso, se deben quemar más calorías de las que se ingieren y así empezar a utilizar la reserva de grasa.

Al comer, la glucosa y el azúcar almacenada de los carbohidratos son las primeras fuentes de combustible. El hígado almacena la glucosa en forma de glucógeno y la libera en el torrente sanguíneo conforme sea necesario para mantener los niveles de energía en el cuerpo. Una vez que se agota la glucosa, se empieza a quemar la grasa, un proceso denominado cetosis.

Las hormonas que regulan el nivel de azúcar en la sangre activan una enzima llamada lipasa que estimula a las células grasas a liberar triglicéridos. Cuando reciben la señal de la lipasa para salir de las células grasas, los triglicéridos se rompen en sus respectivos componentes y entran al torrente sanguíneo. El hígado absorbe el glicerol para obtener energía.

Una vez dentro de las mitocondrias; los órganos celulares encargados de suministrar la energía necesaria para la actividad celular, los componentes del glicerol y los ácidos grasos producen calor, agua, dióxido de carbono y trifosfato de adenosina (ATP). El ATP transporta su energía potencial para ser utilizada cuando nos ejercitamos, el agua sale de nuestro cuerpo en forma de sudor y orina y exhalamos el dióxido de carbono.

Cuando el cuerpo ha aliviado los lipocitos de glicerol y ácidos grasos, se hacen más pequeños, reduciendo el tejido adiposo.

Fuente: Muy Interesante