“Quería que mis hijos me conocieran”: Steve Jobs

Walter Isaac Son, periodista y amigo y de Steve Jobs, relata cómo lo contactó para pedirle que escribiera su biografía:

“A comenzos del verano de 2004, recibí un llamado telefónico de él. Había mantenido una amistad algo dispersa conmigo a lo largo de los años, con ocasionales estallidos de intensidad, en especial cuando lanzaba un producto nuevo que quería ver en la portada de Time o presentado en CNN, lugares donde yo había trabajado. Pero ahora que ya no estaba en ninguno de los dos, no sabía mucho de él. Hablamos un poco sobre el Instituto Aspen, al que yo había ingresado hace poco, y lo invité a hablar en nuestro campus de verano en Colorado. Iría con todo gusto, me dijo, pero no para estar sobre el estrado. Quería, en cambio, dar un paseo para que pudiéramos hablar.

Me pareció algo extraño. Yo todavía no sabía que hacer largas caminatas era su forma predilecta de tener una conversación seria. Resultó que quería que yo escribiera una biografía suya. Como suponía que él aún estaba en medio de una carrera oscilante a la que le quedaban muchos altibajos, puse reparos. ‘Ahora no’, le dije. ‘Quizá en una década o dos, cuando te retires’.

Pero más tarde me di cuenta de que me había llamado justo antes de que lo operaran de cáncer por primera vez. Mientras lo observaba luchar contra esa enfermedad, con una intensidad impresionante combinada con un romanticismo emocional sorprendente, llegué a verlo como alguien profundamente admirable y me di cuenta de hasta qué punto su personalidad impregnaba los productos que creaba. Sus pasiones, su perfeccionismo, sus demonios, sus deseos, su arte, sus diabluras y su obsesión por el control estaban íntimamente relacionados con su enfoque de los negocios, y entonces decidí tratar de escribir su historia como un caso práctico de creatividad.

Hace unas semanas, visité a Jobs por última vez en su casa de Palo Alto. Se había trasladado a un dormitorio de la planta baja porque estaba demasiado débil para subir y bajar las escaleras. Cierto dolor lo tenía acurrucado pero su mente seguía siendo aguda y su humor vibrante. Hablamos de su infancia y me dio algunas fotos de su padre y su familia para que las usara en mi biografía. Como cronista, yo estaba acostumbrado a ser imparcial pero, cuando traté de despedirme, me asaltó la tristeza.

Para ocultar mi emoción, le pregunté por qué, durante cerca de cincuenta entrevistas y charlas lo largo de dos años, había estado tan dispuesto a abrirse para un libro cuando por lo general era tan reservado? ‘Quería que mis hijos me conocieran’ , me dijo. ‘No siempre estuve cerca de ellos, y quería que supieran por qué y que entendieran lo que hice'”.

Fuente: El Clarín