Quickysexypedia: ¡De perrito!

Empatizando con la energía animal, a cuatro patas Ana probó las ventajas de apagar el cerebro y prender su cuerpo hasta el incendio.

Ana después de haber probado unos besos, manoseada y acostón con su mejor amiga de la universidad y una que otra relación heterosexual fallida, decidió que los hombres no eran lo suyo. Bajo el lema de “entre más conozco a los hombres más quiero a mi perro”, se dedicó a estudiar veterinaria y a guardar su líbido confundida hasta nuevo aviso.

Trabajando en una veterinaria se hizo dueña de Gregorio un labrador negro, alto, fornido y amable. Un día paseando por el parque al gritarle a Gregorio-labrador se acercó a ella otro Gregorio, un humano tocayo de su perro. Gregorio humano corrió al llamado de Ana rápidamente (y obediente) e iniciaron una conversación que se convirtió en una serie de citas en el parque.

A Ana le interesaba el comportamiento de Gregorio (el que andaba a dos patas), porque si pudiera definirlo, lo más cercano sería que tenía el comportamiento de un schnauzer miniatura: altanero, dominante pero chiquito. Ana se hubiera echado a correr pero ahora quería investigar más sobre la animalidad de Gregorio-pelo en pecho-andar altivo y siguió saliendo con él.

Descubrió que Gregorio, y cierto tipo de hombres-perro con un carácter afable, les gusta que les digan qué hacer, pueden subirse al coche sin preguntar a dónde van, se sientan a esperar que les des un premio, se tiran en el sillón mientras ves la tele y te soban los pies, pero se paran rápidamente cuando vas a salir a la calle y te quieren acompañar… Al hombre-perro le gusta estar con su ama, si están en la casa lo disfruta, le gusta su sillón, sus croquetas (su botana y chelas), dormir varias horas y los largos paseos por el parque.

Gregorio además acompañaba a Ana y la apoyaba en lo que necesitara y enseñaba los dientes si alguien se acercaba a su hembra demasiado. Su disposición al sexo siempre estaba presente, característica que más temprano que tarde la conquistó.

En el primer encontronazo en la arena (sexual) Ana decidió qué postura quería practicar: de perrito. De alguna manera era obvio y Gregorio sin gruñir se colocó en posición rápidamente saltando sobre la cama. Ana probó las ventajas de no ver a la pareja y clavarse en su placer, de tener estímulo en el backdoor y de sentir una penetración natural: El pene tiende a subir un poco en curva (por eso algunas posiciones son dolorosas para la mujer).

La animalidad desatada de la interfecta bestializada era una fuerza que salía desde el primer chakra, que pasaba por el estómago, inflamaba el pecho y reventaba en su boca con un quejido placentero, sintonizado en un vaivén corporal. ¡Qué ritmo! ¡Qué bestia! ¡wow! o más bien dicho ¡guau! Ana ladraba literalmente de placer y su mente se apagó para quedarse viviendo sólo la experiencia del momento.

Ana (la controlada Ana) no supo ni lo que dijo en el ínter y si gritó o aulló, sólo sabe que tuvo una serie de orgasmos provocados por Gregorio que como un perro fiel atento, discreto y apasionado, acompañó a su ama en la experiencia más gratificante del mundo animal: el sexo.

Y tú, ¡que posición prefieres?