Quickysexypedia: El putiregalo navideño

La primera vez que Rebeca escuchó la propuesta de hacer un menage à trois se ofendió de fea manera. Por su cabeza pasaron toda una serie de pensamientos y después una serie de sentimientos que la dejaron lastimada y confundida.

Entre lo que se le ocurrió fue que no era suficientemente cachonda para su galán, quizá no lo satisfacía o no le gustaba la intimidad con ella, o estaba de plano muy fea porque la querían pasar a personaje secundario.

Entre los pensamientos prácticos se le agolparon las dudas logísticas. ¿De dónde sacarían al tercer personaje?… ¿Ella llegaría primero? ¿Sería en un hotel? ¿En su casa, en la de la tipa o qué? ¿Quién se desnudaría primero? ¿Y si la otra estaba más buena que ella y la dejaban a un lado a la mera hora? (así como tía en boda cargando los suéteres de los otros dos). ¿Soportaría ver a su novio cogerse a otra frente a ella? ¿Qué haría Rebeca mientras: echaba porras, se limaba las uñas o se hacía la disimulada? En fin la idea no le hizo ninguna gracia y sí mucha ofensa.

Ya con más experiencia y más apertura empezó a considerar la idea como una opción y dejar que toda su mente lógica se callara y dejarse vivir “a ver qué pasaba”. O al menos eso fue lo que le respondió al galán en turno aquella víspera de Navidad mientras se daban el abrazo en la intimidad.

Rebeca le dijo que le iba a dar su “regalote” de navidad que siempre había deseado y ante la interrogante mirada de su cariñito, le propuso su idea de un trío con otra mujer, siempre y cuando fuera una prostituta que escogieran los dos y que ninguno conociera.

La cara de pendejo del interfecto no tuvo precio y pasó del rojo subido a un verde pasto y después a una palidez zombie. Se quedó callado y sólo balbuceo que sí, que estaba bien.

Aquel día de feliz Navidad el galán llegó a casa de su novia muy envalentonado para cumplir la fantasía. Ella lo recibió con un buen trago de vodka y empezaron a planear la cacería recostados en el sillón.

Decidieron que preferían una morena, que tuviera mucha chichi y gran trasero. Decidieron que Rebeca iniciaría el cachondeo con el putiregalo mientras él observaba cómo se iban desnudando. Rebeca le quitaría la ropa a la chica para sentirse más poderosa y decidiría quién haría qué y en qué momento podría incluirse el interfecto (que para tal momento lucía una erección bastante ardiente y sólo abría la boca de mandíbula a mandíbula).

Rebeca decidió que primero iniciaría mordiéndole las chichis, porque era algo que siempre había querido hacer, que se las lamería con paciencia y disfrutaría de sus pezones morenos.

Después bajaría sus manos hasta su calzón y sobre la tela empezaría a estimularla hasta que estuviera mojadísima y se tiraría con ella en un voraz 69 para tener un gran orgasmo cada una (seguramente los mejores cunilingüis deben ser realizados por mujeres, alegaba). A continuación le metería los dedos que le cupieran tratando de buscar el punto g (cosa que siempre le había dado curiosidad de otras mujeres) y la haría venirse una vez más.

El interfecto excitado y bufando como toro de lidia no podía expresar palabra y a pesar de haber quedado fuera de la fantasía de Rebeca no se resistió a montarla como a una vaquilla.

Mientras realizaban la fornicación Rebeca seguía hablando de las posibilidades de posiciones que podrían hacer: Putiregalo en felación a su novio mientras Rebeca la masturbaba y su novio besaba a Rebeca. Rebeca en concentrado cunilingüis con Putiregalo mientras el novio penetraba a Rebeca de espaldas. Putiregalo y Rebeca acariciándose mientras “fellaban” al interfecto. Rebeca en su locura y ardor gritó: ¡Vamos por esa puta ahora! Pero su amado le respondió atontadísimo que ya era demasiado tarde porque ya no se aguantaba más.

De ahí en adelante el juego de ir por un putiregalo se repitió en diferentes ocasiones pero jamás, jamás se concretó… nunca alcanzaron a salir de cacería.

Enseñanza de la vida número 24: Las fantasías por lo general se quedan en fantasía y el mero hecho de compartirlas es suficientemente cachondo para la mayoría de las parejas por lo que no hay que tenerle miedo a abrir la bocota e inventar, ¿o sí?