Quickysexypedia: Jazmín, su Dulcineo y la comida tailandesa

Todo era tan romántico esa noche, Jazmín no estaba acostumbrada al romanticismo después de relacionarse con muchos tipos duros. En su vida había tenido citas de esas en que van por ti a tu casa y te abren la puerta del coche, todos bañaditos y olorosos; pero decidió darse las tres con este tipo que le empalagaba un poco de lo “lindo” que se comportaba. En fin, había que probar nuevos sabores.

El restaurante de 10, la iluminación de foquitos de colores, medio hippie muy global. La comida tailandesa brillaba bajo esas luces. Los camarones al chutney de mango, las tostaditas con salsa de tamarindo, el arroz con cacahuate, acompañado con tragos de colores tornasolados y sombrillita de adorno, piña y cerezas (mmmmm).

El romántico la miraba a los ojos mientras comían y le decía palabritas entre cachondas y soñadoras, después de un rato le tomó una mano y siguieron degustando los manjares. Jaz trataba de comer elegantemente con una mano, mientras tenía a resguardo la otra con el galán, difícil trance dado el menú  aunque envuelta en la atmósfera, y con las pupilas dilatadas, hacía su mejor intento.

La cena terminó y degustaron su postre de coco del mismo plato dándose cucharaditas en la boca, prolongando a niveles desesperantes su estadía en el lugar. Al menos eso decían las caras de otros comensales que esperaban mesa.

Por fin, salieron del lugar y caminaron hacia la casa del Dulcineo sin hacer caso del ruido de la Condesa o de las coladeras apestosas de la colonia. Ah, después de todo el romance es inspirador, pensaba Jaz.

Al llegar al departamento los escarceos amorosos no se dejaron esperar: en 10 minutos, bajo la iluminación bien controlada del departamento del romántico productor de comerciales, Jaz se veía espectacular con los filtros de la luz, se sentía sexy, deseada, una Diosa mexica… cuando sintió el primer retortijón, al cual no le hizo caso, luego el segundo y después de éste, una urgencia tremenda de ir al baño.

Graciosa y sexy se separó del abrazo y dijo que tenía que ir al tocador y salió lo más elegante que el momento se lo permitió (en realidad pegó una carrera tratando de cerrar las piernas en cuanto dejó el cuarto). Después de ese momento fueron una serie de tiroteos, bombas, monstruos, tragedias, sonrojos y verdosos cólicos a boca tapada de la new romantic heroína.

Cuando Jaz salió del baño y fue al lugar de los anteriores hechos, el susodicho romántico no sabía qué cara poner ante tal despliegue de juegos pirotécnicos y optó por poner cara de cool.

Jaz, juró y perjuró que nunca le había pasado eso y puso la cara más inocente que pudo.

El galán ni siquiera alcanzó a decir nada cuando un terrible retortijón le invadió ahora a él. Salió corriendo sin mediar comentarios y se dejó ir en una batalla a muerte entre la taza del baño y sus entrañas.

Al regresar de la batalla la cara de cool y de romántico había desaparecido, si sus pupilas estaban dilatadas era porque había parido un ser monstruoso con vida propia.

Después del primer viaje al baño se siguieron unas tres idas más para cada uno de los románticos. ¿Está de más decir que esa fue la noche encantada más corta de Jaz y el Dulcineo?. ¿Sexo? sí tuvieron entre ida e ida y, en realidad, para lo que sirvió el desagravio estomacal fue para soltarse (literalmente) y generar una intimidad juntos que nada después pudo romper.

Así se alimentan las relaciones, de conocerse íntimamente y compartir nuestra apestosa humanidad.