Quickysexypedia, Violeta y su vagina cósmica

Cuando Violeta se dio un encontronazo de frente y sin luces de nuevo con un galán después de su retiro de aprendizaje solitario, puso a prueba su nuevo tesoro multiorgásmico; pero aunque la sesión estuvo divertida en el área del placer, “no se llegó”. El galán, que en otra época hubiera resultado fantástico, en esta nueva era se le hizo pesado y molesto. Nuestra heroína intentó conectarse con ella misma y transitar por el camino que conocía, pero era como si él se atravesara por ese camino chingándola con sus demandas. Que si ponte así, que dime papito, que bésame, que grita, que ándale ya vente y demás porquerías que se tiene a bien gritar en la cama, pero ahora la distraían de su práctica. El balance final fue que estuvo rico pero al intentar seguirle al paso al troglodita, se distrajo de su placer.

Lo primero que le dijo su amigo Roberto, compañero entrado en años, de la terapia de canalización al verla un día toda bajoneada fue que cómo estaban sus orgasmos. Violeta sintió que tenía un letrero en la frente que decía: ¡mal cogida! y confesó que en pareja no le iba muy bien y que seguiría de llanera solitaria por la vida. Roberto, alma caritativa y oportunista claro, la citó en su departamento y después de un no largo preámbulo de mezcales y malos chistes le empezó a meter mano con gran maestría y “confiancita” sabiendo dónde tocar y cómo vencer las resistencias. La interfecta empezó a subir a la cumbre del éxtasis muuuuy rápidamente como en teleférico. En dos patadas ella estaba sentada encima de él moviéndose como el creador le dio a entender y en un ratito más logró tener su preciado orgasmo.

Violeta se quiso quitar para disfrutar recostada de su venida pensando en qué ya era hora de irse a su casa y en dónde habría dejado los chones, pero el sabio galán le preguntó qué adonde iba si apenas empezaba la diversión. Colocada en la siguiente posición de práctica el encuentro continuó muy aceleradamente con mucho ritmo, con caricias en la espalda y en el pelo en un movimiento ascendente respirando desde el estómago y subiéndolo hasta la cabeza, como le enseñó el Don Juan. Violeta no pudo bajarse de la meseta del éxtasis, no se le permitió y no sólo cortó las flores sino que regó el jardín, sembró nuevas flores y las volvió a cosechar: los orgasmos reventaban entre sus ojos. Violeta era una diosa y su vagina, el templo del amor. No podía ser posible ese estado tan placentero, nunca se imaginó que existiera algo así. Como toda una viciosa no quería moverse de ese pene.

Había encontrado su varita mágica que la acompañaba amistosamente sin dolor y sin grandes embates sino en un movimiento parejo, firme y consistente. Fiel fuerte y formal pene que no se dejó caer en ningún momento ni se aceleró. El dueño de aquella maravilla sabía lo que hacía y su facultad de no eyaculación y manejo energético del orgasmo que le dejó la práctica tántrica lo hicieron el mejor amante… un regalo maravilloso cósmico, mágico, musical que esta alegre idiotizada recibió.