¿Quién decidirá las elecciones más reñidas en Estados Unidos?

El nivel de participación electoral decidirá el nombre del próximo presidente de Estados Unidos, que surgirá este martes de una de las elecciones más competidas de la historia.

Barack Obama llega a la meta en una fase de crecimiento en las encuestas y con ventaja en los estados en los que se juega el resultado final, pero ésta es tan escasa y tan condicionada por otras variables que unos pocos miles de votos pueden marcar la diferencia en los distritos fundamentales.

El objetivo de ambas campañas en este momento es, por tanto, llevar a su gente a las urnas. Cualquier circunstancia, la situación familiar, el estado de la meteorología o, por supuesto, las previsibles dificultades en algunos centros de votación, pueden contar en una jornada que se anticipa dramática.

Obama está por delante en seis de los siete estados decisivos, pero por menos de cinco puntos, dos o uno en algunos casos, en encuestas que miden los probables votantes. Con que unos pocos de esos probables votantes encuentre obstáculos que les impidan convertirse en votantes efectivos, puede ser suficiente para que el resultado previsible varíe en el último momento.

El presidente tiene a su favor, en ese sentido, una mejor maquinaria de movilización del voto. El candidato de la oposición, Mitt Romney, cuenta con la ventaja de una participación tradicionalmente más constante de parte de los republicanos. Con familias más estables, de más edad, mayor poder adquisitivo y más alto nivel educativo promedio, el votante conservador es más fiel a las urnas que el demócrata.

Otros factores juegan en contra del presidente. El respaldo entre las mujeres ha bajado seis puntos con respecto a 2008. El apoyo global entre los votantes de raza blanca se ha desplomado hasta el 37%, once puntos menos que hace cuatro años. Solo hay un sector en el que Obama podría incrementar su votación, el de los electores origen hispano, entre los que su ventaja es actualmente de 48 puntos, once más que en 2008.