“No nos consta ninguna razón por la que el detenido haya sido enviado a las instalaciones de Guantánamo. Lo hemos evaluado como a un niño soldado al que los talibanes obligaron a alistarse en sus tropas”.
“No es miembro de Al Qaeda ni un líder talibán. No supone una amenaza para los intereses de Estados Unidos y sus aliados”.
Estas son frases escritas por el alto mando militar de Guantánamo. Se refieren a algunos de los 14 menores de edad o a los mayores de 65 años que han pasado por la base militar estadounidense en la isla de Cuba, durante los últimos nueve años.
Los papeles de Guantánamo, a los que el diario EL PAÍS tuvo acceso a través de Wikileaks, permitieron valorar por primera vez el nivel de riesgo y el valor informativo que los propios mandos militares confieren a estos reclusos. Se deduce de la lectura de las fichas personales de los detenidos, que Estados Unidos no creyó seriamente en la culpabilidad o amenaza de casi el 60% de ellos. Sin embargo, este porcentaje entre los menores es todavía mayor: los interrogadores sólo atribuían un riesgo “alto” -es decir, “probable”, que supusiera una amenaza real- a cuatro de los 14 menores.
Más demoledoras para el Gobierno estadounidense son aún los datos sobre los niños reclusos capaces de aportar información valiosa para ganar la “guerra contra el terror” que inició el presidente George W. Bush, tras los ataques terroristas del 11-S. Porque los impulsores de Guantánamo siempre han justificado la necesidad de crear el presidio por el valor de la información que pensaban obtener.
Es difícil cuantificar el número exacto de niños y adolescentes que han pasado por Guantánamo. Porque además de estos 14 reclusos que tenían menos de 18 años al entrar en el penal (cuatro de ellos, con 15 o menos), otra decena estaba a punto de cumplir la mayoría de edad o lo acababa de hacer.
Fuente: El País