Recuerdos tristes invaden el MODO

El Museo de las Relaciones Rotas, de Croacia, expone en el recinto capitalino vestigios de rupturas amorosas como ropa interior, mechones de cabello, peluches y hasta juguetes sexuales

Algunas son fugaces pero intensas, otras duraderas pero sin chispa. Unas tienen su dosis de mentiras. Las hay incluso a distancia y vienen en formato familiar, de amistad o de pareja. Pero sin importar su naturaleza, las rupturas son aleccionadoras y dejan vestigios que pueden resultar dolorosos.

Eso explora El Museo de las Relaciones Rotas, una iniciativa concebida en Croacia que, a través de la donación de artículos, pretende liberar a las personas de los fantasmas en que pueden convertirse los recuerdos que se conservan al término de una relación.

La muestra, inaugurada el jueves en el Museo del Objeto del Objeto de la capital mexicana, llega por primera vez a México, donde ya impuso una marca: el país registró el mayor número de donaciones que el museo ha recibido desde su creación hace más de una década, con mil 502 objetos. El récord previo, ostentado por Francia, era de 153 piezas.

Solo 120 de los objetos donados se exhiben en México con sus respectivas historias. Entre ellos destacan un vestido de novia a medio quemar que pone final a unas “Navidades lúgubres, tu ausencia mientras nuestra segunda hija fallecía”, según la descripción; un mechón de cabello que libera del luto al tiempo que celebra el más grande amor de una mujer, y un millar de aves de que papel recuerdan una intensa relación juvenil.

El Museo de las Relaciones Rotas tiene su sede en la ciudad croata de Zagreb, pero la necesidad de explorar la universalidad de sentimientos como la pérdida y la esperanza llevó a sus creadores a visitar una veintena de países.

La variedad de objetos llevan al espectador por una montaña rusa de emociones, pues en una misma sala conviven piezas que desatan risas con otras capaces de llevar al llanto.

Una pequeña pintura representa el “regalito” que le dejaron a una mujer: una enfermedad venérea. “¡Gracias imbécil! Y como no puedo regalar este virus porque eso implicaría arrancarme la vagina, la entrego en este cuadrito”, se lee en la breve historia.

 

Fuente: El Universal