La sexualidad de las personas con discapacidad ha sido suprimida, explotada, y muchas veces destruida a lo largo de la historia. Se la ha visto con sospecha, como algo aparte de la sexualidad de la personas sin discapacidad.
El doctor Tom Shakespeare, un académico con discapacidad, escribió Las políticas sexuales de la discapacidad hace casi 20 años. Sigue siendo uno de los pocos estudios serios sobre el tema: “Las imágenes de discapacidad y sexo tienen a estar ausentes; a las personas con discapacidad se les presenta como asexuales, o en otros casos como perversos o hipersexuales”.
Estos tres estereotipos mencionados por Shakespeare aparecen en la literatura y la mitología desde tiempos clásicos. Personajes discapacitados aparecen frecuentemente en leyendas y cuentos, pero casi siempre con connotaciones negativas.
La eugenesia, una filosofía hoy desacreditada, ha sido igual de dañina. El eugenista Francis Galton propuso la teoría de la contaminación genética hasta su fin lógico. Argumentó que las personas con discapacidad (así como los pobres y los “no aptos”) no deberían reproducirse.
La eugenesia comenzó en Reino Unido pero pronto cobró fuerza en EU. Para 1914, dos tercios de los estados de EU prohibieron que los “locos” y los “débiles mentales” se casaran. Las llamadas “leyes feas” pasaron por primera vez en 1880. Entre 1907 y 1928 miles de estadounidenses fueron esterilizados.
La legitimación de la eugenesia alcanzó su lógico y horrorizante fin con el asesinato sistemático de miles de personas con discapacidad durante el régimen nazi. Al terminar la Segunda Guerra mundial se estima que 200,000 personas con discapacidad fueron asesinadas.
Asexual, hipersexual, contaminado: estos tres estereotipos deleznables conforman la amarga herencia de la discapacidad.
Fuente: El Economista