“Sfumato” es la clave en el misterio de la sonrisa de la Mona Lisa

El curioso fenómeno visual que se produce en cuadros de la Mona Lisa que logra que la boca de la protagonista esté sonriente o triste dependiendo del ángulo desde el que sea vista se debe a la técnica “sfumato”.

Alessandro Soranzo y Michelle Newberry, de la Universidad Sheffield Hallam, han contrastado dicha forma de pintar con la aplicada a otro cuadro de Leonardo da Vinci y han llegado a la conclusión de que también se utilizó en él.

Una investigación dirigida por estos dos expertos, publicada en la revista “Science Direct”, revelaron que el misterio de la Mona Lisa, cuyo rostro desconcertaba al mundo al mostrar una sonrisa o una tez seria atendiendo al lugar desde el que era mirada, se debe a un truco visual muy ingenioso basado en el «sfumato», una técnica que se basa en la mezcla de una serie de colores y técnicas artísticas que engañan a nuestro cerebro.

El efecto sucede cuando, al mirar solo la boca de la dama de la pintura, esta parece sonreir. Mientras, si se fija la vista en sus ojos o cualquier otra parte de su cara, da la impresiób de estar seria.

El hallazgo de este fenómeno y su relación con el «sfumato» ha podido descubrirse gracias a otro cuadro de da Vinci conocido como «La bella principessa». En él, el artista utiliza los mismos efectos visuales para modificar su rostro atendiendo al ángulo desde el que sea mirada.

Tal y como explica la versión digital de la revista «Science Discover», el retrato fue realizado con la misma técnica por lo que, cuando se ve desde una distancia prudente, parece sonreír. Por el contrario, cuando se aprecia de cerca, su boca se torna en una mueca de desagrado. «La sonrisa desaparece a medida que el espectador se mueve, por mucho que quiera que se quede fija. Hemos llamado a esta ilusión óptica la “sonrisa inalcanzable”», señala Soranzo en su extensa investigación artística.

Una vez descubierto el fenómeno, los expertos se propusieron averiguar cómo funcionaba. Para ello, solicitaron a una serie de voluntarios que disfrutaran de los rostros de los dos cuadros a una distancia considerable y, acercándose paulatinamente, valoraran del 1 al 7 los cambios que observaban en los lienzos (copias, por cierto, de los originales). Las imágenes eran, no obstante, borrosas en los bordes para asegurarse de que el centro de atención era la boca de las damas.

A continuación, repitieron el mismo experimento, aunque superponiendo de forma alternada rectángulos negros sobre los ojos y los labios de las mujeres. En el segundo caso, cuando se tapó la boca de las pinturas, los voluntarios no lograron discernir ningún cambio en sus facciones. Así pues, fue sencillo establecer que solo en la boca se hallaba el «truco maestro».

Fuente: ABC.es