Sí te quiero, pero lejos

Cuando te enamoras, lo único que quieres es estar con la otra persona todo el día, todos los días.  Pasa el tiempo, se afianzan costumbres y das por sentado todo lo que son y tienen. Y a veces, lo mejor que te puede pasar es separarte un tiempo. Pero no me refiero a “darse tiempo”; eso no existe. Hablo de un viaje de negocios o unas vacaciones forzosas separados. Ahí es cuando te das cuenta -realmente- cuánto quieres a tu pareja, en qué momentos te hace más falta y de qué rutinas te puedes deshacer.

Aunque no se vean sólo 3 días, el sentimiento se renueva y, si todo está bien entre ustedes, se reciben con gusto al regreso. Resulta un termómetro excelente para reconocer problemas de confianza (si te mueres de celos pensando con quién estará), que disfrutas cuando está lejos, o de plano aceptar que eres de las personas que sí prefieren mal acompañadas que solas. El único impedimento es que esas ocasiones, para que funcionen, deben darse solas. Por que si alguien las provoca, entonces no hay duda de que algo anda mal.
Ana

twitter: @mujerdepocafe