El abstencionismo presente en todos los procesos electorales —más cuando se trata de una elección intermedia— provoca que los costos incrementen, sin embargo, en cada elección la participación ciudadana es menor.
En 1991, 66% de los mexicanos inscritos en la lista nominal acudieron a las urnas para elegir diputados federales; en 1997, sólo asistió 57%. Seis años después, el porcentaje de participación cayó hasta 41% y en la elección de 2009 45%.
Con base en el porcentaje de participación de las últimas cuatro elecciones intermedias, éste sería el valor promedio de cada sufragio emitido el día de hoy bajo tres escenarios distintos:
- En un escenario optimista, que considera una participación de 66% —la mayor de las últimas cuatro elecciones intermedias— el costo del voto se elevaría a 157 pesos, respecto a los 103 calculados si todos votaran. Esto significa que el costo al erario por cada ciudadano que no ejerce su derecho al sufragio sería de 54 pesos.
- En un segundo escenario se consideró una participación ciudadana de 52%, equivalente al promedio de los cuatro procesos electorales considerados en el ejercicio. Bajo este supuesto, 43.5 millones de mexicanos acudirían hoy a votar, incrementando el costo de cada sufragio a 197 pesos. En consecuencia, el costo por cada voto no ejercido sería de 94 pesos.
- En el escenario pesimista —aunque probablemente el más realista si el fantasma del abstencionismo se impone hoy— se tomó en cuenta una participación de 41%, la más baja en elecciones intermedias desde 1991.
En este último caso, el costo promedio del voto se dispararía a 249 pesos, es decir, significaría un 143% más caro que si todos los ciudadanos inscritos en el padrón electoral acudieran a las urnas a ejercer su voto. Por ende, los mexicanos tendrían que pagar 147 pesos por cada sufragio no emitido.
Fuente El Universal