(Notimex).- Ante el prestigio que el banano de Tabasco ha ganado a nivel internacional, productores trabajan para abrir nuevos mercados y devolverle la denominación de “oro verde” con la que hace décadas se refería a la economía y producción de esta fruta, antes del boom petrolero.
En entrevista con Notimex, el presidente del Comité Sistema Producto Plátano Nacional, Adrián Prats Leal, indicó que el sector es número uno en la entidad, principalmente por la fuerza laboral que contrata, que es de una persona por cada una de las 12 mil hectáreas que hay en el estado.
“No hay cultivo en todo el país como el del banano, le decimos así porque ya se tomaron acuerdos mundiales de decirle así y no plátano; es el único cultivo que en las 52 semanas del año hay trabajo y casi todo lo que es empaque para sacar las cajas para exportar, es mano de obra femenina”, expuso.
De acuerdo a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), el banano es el cultivo más importante en Tabasco y su primera economía en el campo.
Al año, Tabasco genera entre 350 mil y 400 mil toneladas, poco menos de un cuarto de la producción nacional que es de dos millones de toneladas, cuyo resto se distribuye entre Chiapas, Jalisco, Colima, Michoacán y parte de Veracruz.
“Con orgullo lo decimos, que hace seis años exportábamos el 10 por ciento de la producción, hoy exportamos el 45 o el 50 por ciento del producto”, dijo.
El banano, mencionó Prats Leal, ha tenido un fuerte auge en los últimos años y ha adquirido gran prestigio internacional, pues lo comienzan a pedir en varias partes del mundo.
Lo anterior, destacó, ha sido gracias al esfuerzo de años por parte de los productores en la región serrana del estado, básicamente en los municipios de Teapa, Tacotalpa y Jalapa, aunque hay producción en Centro, Cunduacán y Huimanguillo.
Por ello, hoy el fruto llega a Japón, Alemania, Corea, Países Bajos, Singapur, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda, Bélgica, Turquía, Suecia, España, Italia, Albania, Montenegro y Estados Unidos. Además, se han comenzado pláticas con China.
“Si no fuera por el esfuerzo de los productores no tendríamos esta consolidación en el mercado de exportación; no estamos haciéndonos ricos, sino balanceamos con ello el precio anualizado. Si no sacamos la fruta del país para exportar, estaríamos colapsados, apuntó Prats Leal.
Además, mencionó que la inseguridad es un tema que preocupa a los productores, pues se han registrado asaltos en las fincas para llevarse nóminas o se comete el delito en las sucursales bancarias “y es algo que hay que combatir”.
El también presidente del Consejo Nacional de Productores de Plátano, señaló que la superficie de cultivo ha crecido poco, pues hay territorio que requiere ser protegido contra inundaciones y porque no puede sembrarse una hectárea más si no se asegura que irá al mercado de exportación.
“Nos ha tocado que un refresco de cola de medio litro llegó a costar más que una caja de banano cuando se cae el precio y ni siquiera vale la pena cortar la fruta. Eso no nos ha sucedido en los últimos años, por eso no podemos sembrar irresponsablemente”, puntualizó.
Asimismo, destacó que tarde o temprano se acabará el petróleo y el gobierno no debe perder de vista fortalecer al campo porque ahí estará el mayor ingreso de divisas.
Mantener la calidad, primordial
A partir del kilómetro 35 de la carretera Villahermosa-Teapa aparecen en ambos lados de la vía las plantaciones con los racimos colgantes de banano embolsado y así durante 20 kilómetros hasta poco antes de entrar a la cabecera municipal de Teapa.
Decenas de fincas se encuentran en la zona, fundiéndose con las plantaciones de la parte norte de Chiapas y abarcan comunidades como Sarabia, Quintana, Hermenegildo Galeana, Morelos, Juan Aldama, Nuevo Nicapa, Blanquillo, Las Lilias, entre otras, de donde se surten de mano de obra.
Para Evaristo Puga Jácome, Ingeniero Agrónomo egresado de la Universidad de Chapingo, la calidad del fruto pasa por un control de plagas, enfermedades, deshoje, saneo, desflore, embolsado, cosecha y entrega en la empacadora.
Con 25 años de trabajar en fincas bananeras, el también encargado de la Finca Las Mirandas desde hace una semana, explicó que la producción es continua, pues desde el primer racimo hay una renovación de los hijos de cada planta.
En cuanto a las enfermedades que padece este cultivo, indicó que la sigatoka negra, es un mal agresivo sobre todo cuando hay exceso de calor y humedad, que debe estar en constante control tanto con químicos mediante fumigación aérea con avionetas y monitoreo semanal en campo.
Incluso, ese control representa un alto costo en la producción, pues de cada caja de banano, entre el 25 y 30 por ciento de la venta lo abarca ese combate.
Al mostrar un racimo en el interior de la plantación, explicó que, a las dos semanas de floración de la planta, se realiza el embolsado del racimo para acelerar su proceso de llenado y para protección; se fecha con cintas distintivas y se mide el grosor del fruto para dar la talla adecuada.
Ya sea que el destino del banano sea Estados Unidos, con estimado de dos semanas de llegada, a Europa o Asia, con tres o cuatro semanas dependiendo del puerto de arribo, el fruto debe llegar verde.
“El comercializador de cada país lo distribuye y ahí se programa la maduración mediante cámaras con aplicación de gas etileno; es el proceso normal y eso no cambia el sabor ni los nutrientes. En los contenedores se controla la humedad y la temperatura y por eso deben llegar verdes”, indicó.
Selección y empacado
En cada finca existe una red de monorrieles para facilitar la transportación de los racimos cortados hacia las instalaciones de empacado.
Así ocurre en la Finca La Gloria, donde el proceso es supervisado por el encargado, José Domingo Pérez Priego.
Explicó que allí se revisa la cinta de color, se revisa el grosor adecuado para exportación y la ausencia de algún golpe para pasar el proceso de desmane y selección a cargo de mujeres que depositan el banano en pilas de agua que contiene alumbre para retirarle la savia o látex al banano recién cortado.
Antes de ser empacados pasan por dos fumigaciones, una con cloro y ácido cítrico para retirar residuos de látex y el segundo para proteger la corona, que es sellar la herida de la fruta y se conserve el tiempo de traslado hacia su destino en el exterior.
Tras el secado se empacan entre 16 y 21 gajos en cajas diseñadas para 19 o 20 kilos de fruta, que pasan al proceso de vacío en bolsas especiales y de allí a las tarimas en que serán transportadas al interior de un contenedor, con capacidad de mil 80 cajas.
Mientras avionetas fumigadoras surcan rasantes las plantaciones bananeras, los trabajadores se alistan para realizar al día siguiente el proceso de empacado que durará tres días, en una actividad incesante en cada finca cuyo objetivo es mantener la calidad del fruto para la exportación.