¿Tienes culpas sexuales?

Si decirle a una mujer que se ve sexy en un vestido te parece inapropiado, o si una mujer al querer tener sexo en la primera cita se siente como una “fácil”; o el querer besar a una persona que acabas de conocer te hace sentir mal o como algo inmerecido, lo más probable entonces es que estés sufriendo de algún tipo de culpa sexual.

La culpa sexual nos inhibe. Nos frena en nuestras interacciones románticas. Nos hace dudar cuando queremos besar o acercarnos a alguien. Nos hace sentir que tenemos que ganar o merecer tener sexo con alguien.

Las mujeres sufren de culpa sexual en nuestra cultura más que los hombres. Casi todas las mujeres tienen un miedo constante a parecer demasiado “fácil” o “aventada” o a no ser lo suficientemente inhibida para ganar el respeto de un hombre.

Estas expectativas refuerzan la idea de que la sexualidad de la mujer es de alguna manera mala o peligrosa o no de fiar. Como resultado, muchas mujeres viven con un exceso de ansiedad en torno a sus inquietudes y terminan por desconfiar de los hombres y sus intenciones.

¿De dónde viene la culpa sexual?

Como la mayoría de nuestros arraigos sexuales y emocionales, la culpa sexual se nos inculca durante toda nuestra vida, en particular en nuestra niñez. La culpa sexual puede ser generada por nuestra familia, nuestra comunidad, la cultura pop y la sociedad en general.

Las experiencias negativas en la adolescencia con personas del sexo opuesto también pueden desencadenar un mucha culpa y vergüenza sexual, además de problemas con nuestra auto-imagen al entrar en la edad adulta.

Algunos ejemplos de fuentes de culpa sexual son :

-Cuando eras niño/a, tu mamá o papá te castigaban por tocar o reconocer tus genitales, negándote la posibilidad de experimentar y explorar tu cuerpo.
-Los niños educados con una influencia feminista radical a los que se les enseña que el expresar sus deseos sexuales abiertamente resulta ofensivo e irrespetuoso a las mujeres.
-Las mujeres que son educadas en creer que la expresión de su sexualidad las convierte en “fáciles” y que no serán respetadas si permiten el contacto físico.
-Una madre emocionalmente ausente o asfixiante que refuerza en el subconsciente del niño que no ha hecho nada para merecer el amor y el afecto de las mujeres, es decir, que es indigno. A menudo, esto se transfiere en pena al expresar el deseo por el sexo y el afecto. Lo mismo sucede con un padre ausente o asfixiante con las niñas.
-El rechazo consistente o brutal de niños/niñas, sobre todo en la adolescencia. Las burlas e intimidación pueden causar problemas de autoestima que conducen a la culpa sexual, o una sensación de no merecer afecto.
-Experiencias traumáticas, abuso sexual, asalto sexual, violación, tanto personal o de sus seres queridos/cercanos

Como la mayoría de la culpa, la culpa sexual no suele ser experimentada conscientemente o por lo menos no se reconoce conscientemente, sino que se experimenta a través de la ansiedad, negación, evitación, el enojo y la vergüenza.

La manera de liberarse de la culpa sexual es exponerla. Se expone la vergüenza al expresarla y experimentarla. Cambiar la narrativa del sexo individual y culturalmente parece ser el siguiente paso de nuestra sociedad.

En la actualidad, de la mano de la explosión de las tecnologías de la información, estamos inundados de información, como nunca antes en la historia, sobre el sexo.

Estamos a un par de clics de ingresar a un foro de sadomasoquismo, de encontrar información sobre cómo elevar nuestro kundalini a través de la cópula o de un artículo científico sobre lo que le sucede a nuestro cerebro cuando tenemos un orgasmo.

La información puede transformarse en conciencia, pero necesita de un proceso de asimilación que nuestra cultura en muchos casos no provee.

La presión cultural de conformarnos a una imagen corporal y a una conducta sexual establecida con su constante bombardeo mediático es una fuente de malestar que suele bloquear, como un caso de congestión psicosocial, nuestra capacidad de explorar nuestra sexualidad libremente y encontrar la paz que trae la aceptación de la peculiaridad inherente. No es que pensemos demasiado sobre el sexo, es que lo hacemos de manera equivocada.

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