Toda una dama…

Si el viejo y conocido refrán de “los caballeros no tienen memoria” se aplicara a las mujeres, yo sería la más dama de todas. A mí se me perdió la memoria hace muchos años, creo que todo empezó en la Universidad. Saliendo de clases tomé el autobús y una chica que estaba sentada enfrente de mí, me sonreía con mucha familiaridad.

“Yo te conozco” dije muy ufana tratando de romper el hielo. Como respuesta tuve una cara muy seria y sorprendida “Claro que me conoces Vianey, estudiamos en el mismo salón”. Esa soy yo, desmemoriada, no recuerdo rostros ni nombres no sólo de personas sino de canciones, restaurantes, libros, etc. Como dice mi hermana, la peor pregunta que me pueden hacer es: “¿Te acuerdas de…?”

Puedo reservar varias veces el mismo lugar porque no recuerdo que ya he ido hasta que llego y el mesero me saluda. Hace unas semanas mi hermano nos invitó a un bello pueblo a las afueras de la Ciudad de México y nos comentó que nos llevaría a un bonito lugar el cual francamente no me sonó. Cuando llegamos les dije: “Ahhhhh ya conocía este lugar, viene con fulanito y sutanito también, ¿te acuerdas mami que venimos también con perenganito para que lo conocieras?” Cuando termine de hablar y los voltee a ver me veían con esa mirada de: ¿En serio? ¿Eres real?

En los viajes no se diga. Son las personas que viajan conmigo quienes se convierten en mi memoria “estenográfica”. Tal es el caso de mi ma que afortunadamente se acuerda de todos los detalles en nuestros viajes, pero nuestras conversaciones siempre son muy bizarras: “¿Recuerdas el agua medicinal que podíamos tomar en cada esquina de Karlovy Vary?” “Este… ¿sí? ¿Y estaba buena?”; “Como cuando nos colamos al concierto en Quebec sin darnos cuenta” “¿Nos colamos? ¿Y nos divertimos?”; “Como el tipo que te estaba coqueteando en Buenos Aires en la fiesta de fin de año” “¿Sí? y ¿Estaba guapo?”. Ella siempre termina moviendo la cabeza y segura que un día le diré: “Vamos a conocer Madrid” y ella responderá: “Vianey, viviste en Madrid”.

Alguna vez un novio me dijo: “Lo que me gusta de ti es que nunca me echas en cara errores pasados, como lo hacen todas las mujeres”. Yo solo sonreí aunque me dieron ganas de decirle “No te los echo en cara porque ¡no me acuerdo de tus errores!”, y de paso agregar: “Es más ¿quién eres?”.

Sí, mi falta de memoria puede ser exasperante aunque también he aprendido a quererla mucho. Según la medicina metafísica, el cáncer es provocado porque acumulas rencor, si esto es cierto, seguramente yo no tendré cáncer porque se me olvidan muy rápidamente las ofensas.

Estando con un amigo me dijo: “¿Te acuerdas de fulanita? Pues se casó y ya tiene un hijo” “Que gusto me da por ella, y debe estar feliz” “Si mucho” “Me alegro pero ¿quién dices que es y dónde la conocí?”. En ese momento me dijo lo que él pensó sería un regaño pero para mí fue una muy conveniente y bonita explicación de mi problema de falta de memoria: “Vianey, vives tanto el presente que borras de un plumazo el pasado así no se puede”. Sí, desde entonces me gusta pensar que aunque sé que el pasado es nuestra historia y la semilla de lo que somos, es el presente el que tenemos que vivir intensamente (Upsi, de repente me sentí Napoleón con su canción… vive la vida intensamente luchando lo conseguirásssss).

En mi vida profesional mi memoria podría ser un problema, pero entonces me convertí en la reina del post it, amo las minutas y escribo absolutamente todo con lujo de detalles. Además decidí que cómo no sé si conozco a una persona o no, mejor abrazo a todas con el mismo cariño. Total, seguro en alguna otra vida lo conocí ¿no?

Así pues, si te encuentro en mi camino y no te saludo, no me lo tomes a mal, no es falta de cariño es simplemente que soy toda una dama.