Un estudio liderado por el Instituto Nacional de Genética de Shizuoka, en Japón, asegura que se puede “manipular” al comensal para que aumente su consumo en un restaurante.
En este estudio se establece que existe un vínculo directo entre la percepción visual de la comida y las ganas de comer.
Se ha comprobado que la información visual se transmite al hipotálamo, una región del cerebro que, entre otras muchas cosas, regula las sensaciones del hambre y la saciedad.
Otro factor analizado es la manera en que se sirven los alimentos, que también influye y mucho.
Cubiertos pesados de metal
Se detectó que los sabores de los alimentos con este tipo de cubiertos no se modifican a diferencia de cubiertos de madera u otro metal
La investigación puso de relieve que los alimentos son percibidos como de mayor calidad. Y el peso de los cubiertos motiva al comensal, lo hace sentir cómodo.
Platos redondos y blancos
En cuanto a los platos se hicieron varias pruebas con un grupo de más de dos mil personas, con platos de diferentes colores y formas, la combinación ganadora fue: platos redondos y blancos.
En segundo lugar otra combinación que motivan al comensal son los platos negros de forma cuadrada.
Café en taza roja
Según un experimento de la Escuela de Ciencias de la Salud y Psicología de Australia, el color de la taza de café genera diferencias en cómo lo registran las papilas gustativas.
Con un grupo de 200 personas, a las que se las invitó a tomarse un café en tazas de distintos colores: azules, verdes, amarillas y rojas, se concluyó que la percepción de la temperatura varía considerablemente: el 38% afirmó que el café servido en la taza roja estaba más caliente.
Música de fondo
Sobre la música en un restaurante, los estudios concluyeron que para comer es mejor la música clásica y para beber, por ejemplo en un bar, es mejor la música moderna y con alto volumen.
Charles Spencer especialista en neurociencia dice que los restaurantes de lujo saben bien que la música clásica consigue engrosar las cuentas de sus clientes un 10% en comida y vino.
En cambio, la música alta motiva el consumo de diversas bebidas alcohólicas. Su ritmo e incluso los distintos estilos musicales se pueden asociar a distintos niveles de alcohol.
¿Y la forma del vaso?
La Universidad británica de Bristol realizó un estudio para establecer qué cantidades de alcohol se consumen según la forma del vaso o la copa.
En base a una muestra de 160 jóvenes, bebedores sociales, se hicieron dos grupos a los que sentaron a ver un documental para que estuvieran distraídos y se les sirvió cerveza o refresco en dos tipos de vasos: rectos y curvos.
Los que bebieron su cerveza en el vaso recto tardaron 13 minutos en acabarla, mientras que los que lo hicieron en el curvo solo ocho.
La misma prueba hecha con un refresco sin alcohol, en cambio, no arrojó diferencias entre unos y otros.
Parece que el ritmo en la velocidad a la que bebemos está vinculada a nuestra percepción de cuándo tenemos la copa a medias, algo que en el vaso curvo no queda tan claro; al contrario, parece que contienen más bebida de la que hay, algo que nos incita a seguir bebiendo.
Colores en decoración
Predominan, en la decoración de los restaurantes que aplican este tipo de trucos o estrategias guiadas por la neurociencia, colores como naranja y amarillo para hacer que el consumidor tenga más apetito y pueda comer desde una rica botana hasta el postre pasando por sopa, ensalada, plato fuerte.
Ustedes qué opinan, ¿será que este tipo de trucos nos hacen comer o beber más?