Este jueves recomendó a sus más de 330 millones de usuarios que cambien la contraseña como medida de precaución.
Reconoció que tuvieron falla de seguridad, “es posible que un fallo técnico haya provocado que algunas de ellas fuesen almacenadas de forma no oculta en su sistema informático interno”, explicó la red social.
Después de su propia investigación, aseguran que no han detectado brechas por las que estas contraseñas hayan podido salir de su sistema ni malas prácticas por parte de nadie. Sin embargo, curándose en salud, la compañía invita a todos aquellos con perfil en la plataforma a que “consideren modificar sus contraseñas en todos los servicios en los que las hayan utilizado”.
“La compañía almacena las contraseñas de forma encriptada, sustituyendo los caracteres de la clave por letras y números, lo que permite a la red social validar esa contraseña sin revelarla. Sin embargo, debido al error, las contraseñas se escribieron en un registro interno antes de que se completara ese proceso de encriptado que califica de hashing”, explicó el responsable técnico de Twitter, Parag Agrawal.
En verano de 2016, un total de 32 millones de contraseñas de usuarios fueron pirateadas y puestas a la venta. La compañía afirmó que el ataque no se había perpetrado en sus servidores y que tampoco se había producido una fuga, sino que los hackers había asaltado directamente a los consumidores mediante algún programa informático maligno.
Este último incidente tiene lugar en un momento especialmente sensible sobre la seguridad de los datos privados en las redes sociales. La consultora Cambridge Analytica anunció el miércoles que cierra tras el escándalo por el uso indebido de datos de hasta 50 millones de usuarios de Facebook con fines electorales.