Una caricia hace más que 1,000 afrodisíacos

Las caricias procuran un mejor equilibrio nervioso, permiten relajar las tensiones y alcanzar la sensación de bienestar, incluso la euforia. Las razones son biológicas: las caricias activan los centros nerviosos del placer.

Disponemos de 1,800 centímetros cuadrados de piel, la cual consta de 1,500,000 receptores. Éstos responden, instantáneamente, a las sensaciones provocadas por el roce de una caricia. Almacenan el placer y reclaman ser liberados cuando se colman.

“Para acariciar al compañero, debemos explorar la geografía sensual de la piel”, propone el sexólogo Gérard Leleu. Y agrega: “Ser cariñoso es buscar cierta poesía allí donde los movimientos podrían ser mecánicos. El vientre y la garganta como mesetas, las muslos como valles y colinas, los pliegues, los poros… Recorramos con el dedo los paisajes repletos de desiertos”.

La persona que recibe las caricias puede concentrarse sobre su propia experiencia y no debe dudar en guiar a la pareja en su búsqueda.

Los besos son otra manera de acariciar. Explora la piel de tu pareja centímetro por centímetro, lenta y voluptuosamente.

Un masaje: la antesala del acto amoroso

En una pareja, el masaje, como caricia global del cuerpo, puede funcionar como la antesala del acto sexual.

“Pero no es todo, por su capacidad de escuchar al otro y por la calidad del tacto que desarrolla, el masaje facilita la expresión de afecto y la sensualidad, garantía de una relación sexual más placentera.