¿Y cómo llegué yo a este mundo? Diario de embarazo VII

He leído que el embarazo provoca muchas cosas en los futuros padres, entre ellas, el querer saber su origen, la historia de su nacimiento. Todo cuenta e influye en la construcción de una nueva persona (eso es lo que nos hace tan únicos), eso incluye la historia familiar y el contexto en el que nacemos, la historia de nuestros padres y del embarazo, lo que sucede antes, durante y después del parto, etc. Parece que la curiosidad por nuestra historia es alentada sutilmente por el proceso de ser ahora quienes demos vida.

¿Y cómo llegué yo a este mundo?

No fue hace mucho que nací, sin embargo mi madre no me conoció de anticipado, fue una época en la que no se utilizaba de manera regular el ultrasonido y sólo supo que era una niña cuando mi abuela materna le dijo que “seguiría tejiendo vestiditos”. La consulta con el médico consistía en la medición del abdomen y el escuchar mi corazón con un aparatito que dice mi madre era como una “copita”.

Mi madre no me conoció cuando nací. Me ha explicado mi ginecólogo que traer niños (as) al mundo ha ido cambiando con el paso del tiempo, los avances tecnológicos y los descubrimientos en el campo de la medicina. Hubo un tiempo en el que dar a luz se podía hacer “dormida”, es decir, te anestesiaban antes del parto y al despertar tenías entre tus brazos al pequeñito (a) que había estado en tu cuerpo durante 9 meses. Así nos conocimos mi mamá y yo, casi un día después.

Soy muy afortunada, vivir en este momento mi embarazo me ha permitido ver a mi pequeño en mí interior, oír su corazón, saber que es un niño, conocer su facciones y bromear con RRO porque todo mundo dice que es su clon (aunque él no lo cree, ya quiero ver su cara cuando nazca y se dé cuenta que es igualito a él), ver como se mueve y tener la certeza de su crecimiento.

¿En serio tenemos que pasar por el parto?

Hasta el momento no había pensado mucho en cómo sería un parto, creo que había bloqueado pensar en eso como parte del proceso de ser mamá e incluso lo veía como algo muy lejano y ajeno a mí, pero ahora en la semana 25 empieza a rondarme en la cabeza una serie de cuestionamientos al respecto. Estoy segura de que me gustaría que fuera parto natural, me gustaría tener los ojos muy abiertos cuando nazca nuestro pequeño, oírlo llorar y abrazarlo en el primer segundo, pero en silencio y muy bajito me pregunto ¿en serio podré hacerlo?

Cuántas cosas uno desconoce hasta que no las vives e investigas del asunto, las clases del psicoprofiláctico son como una pared en la que me topo cada sábado con mi ignorancia y voy de emoción en emoción, incluido el miedo, para después reconfortarme un poco en la idea de que estoy haciendo algo para aprender a sobrellevar ese momento e incluso disfrutarlo. Tendré que confiar en que mi cuerpo de alguna forma sabrá cómo hacerlo y lo hará, pienso en las miles de mujeres que lo han hecho antes que yo y las que lo harán después de mí. Sé que es natural pero intuyo que eso no significa que será fácil ni un paseo dominical.

A veces me digo a mi misma que si puedo lograrlo seré capaz después hacer cualquier cosa (incluido correr un maratón, me entusiasma la idea de cruzar la meta y saber que RRO y mi bebé me estarán esperando al final). Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, apenas siento que me he enterado del embarazo y ahora sólo nos quedan 13 semanas para terminarlo y comenzar otra historia.