Dentro de un automovil de 1928, la familia Zapp formada por los argentinos Candelaria (1970) y Herman (1968) y sus cuatro hijos: Nahuel (14 años), Lucas (11), Paloma (9 años) y el benjamín de la familia Wallaby (8 años) han recorrido un total de 75 países para lograr su meta: darle la vuelta al mundo.
“Durante estos 17 años siempre nos encontramos con dos tipos de personas: las que ven solo lo negativo y te plantean todos los peligros y riesgos que conlleva nuestra aventura —más aún con cuatro niños— y aquellos que, con los ojos iluminados, nos cuentan que su sueño sería poder viajar como nosotros, pero que no lo ven posible”, confiesa Herman.
Esta peculiar familia comenzó su viaje el 25 de enero de 2000. “Ibamos por nuestro sueño, a buscar quiénes éramos”, asegura Candelaria. Quien junto con su esposo cuenta que para cumplir el sueño de conocer el mundo en una ruta no se necesitan millones, sino sólo las ganas y buenas ideas para lograrlo. “Empezamos a trabajar, yo como secretaria, él como programador y fuimos construyendo nuestra vida en base a las prioridades mundanas: nos casamos, construimos nuestra casa y conseguíamos ir ahorrando”, recuerda Cande. “Pasaban los años y el gran sueño que compartíamos se iba postergando. Queríamos ser padres y cada vez surgía algún inconveniente que ralentizaba nuestros planes de empezar un viaje”.
Así, la ruta empezó con tan sólo 4.000 dólares ahorrados para ir de Buenos Aires a Alaska. Y el segundo viaje fue recorrer América Latina, por lo que comenzaron por el sur en Ushuaia (Argentina) hasta la costa este hasta el Norte, atravesando el Amazonas para después bajar hasta la Quiaca (Argentina). La tercera parada del viaje fue Estados Unidos y Canadá, para continuar con Oceanía, Asia y África.
Mientras los niños tiene educación a distancia, sus padres les ayudan a repasar las materias y cada dos meses tienen exámenes. “De estos años hemos aprendido tres lecciones impagables: a vivir con lo básico (si algo nuevo entra en el coche tiene que salir algo), a afrontar grandes dificultades (en familia y en solitario) y a confiar en la gente. Ha sido toda la gente que nos ha ayudado por el camino quién ha hecho realidad nuestro sueño”, cuenta Herman.
La familia publica todos y cada una de sus aventuras en su página web, así como la ruta que seguirán por si algunas familias voluntarias están dispuestas a acogerles. “Somos seis, y aún así, nunca nos falta un lugar dónde quedarnos. El tiempo de viaje se alarga porque quieren hacernos partícipes de sus vidas. Quieren que les acompañemos a las fiestas populares, llevarnos a comer el domingo con toda su familia y así a diario”, relata la pareja. Sus sentimientos y experiencias se recogen en su libro: “Atrapa tu Sueño”, que va ya por su 13 edición y en el que se dedican más de diez páginas solo a los nombres de las personas que les han ayudado. Cada una de ellas está apuntada en sus libretas.