Por ALEJANDRO MUELAROMERO @alexmuelaromero
El miedo es en todos los contextos, una limitante al tratar de hacer o desarrollar con calidad algunas de las actividades de nuestra vida, por ejemplo, quien sufre del miedo a la oscuridad se ve obligado a dormir con la luz encendida, si bien podría parecer una solución, encender la luz no es sino un modo inconsciente y poco eficaz a la hora de proponer una solución a este miedo.
Por otra parte, muchas veces la evasión del miedo nos trae otro problema, por ejemplo en el caso anterior, un estudio realizado por científicos surcoreanos comprobó que quienes duermen con la luz encendida tienen un sueño menos profundo y se despiertan más veces durante la noche, lo cual no favorece al descanso y provoca que la mente no esté clara y despejada por la mañana.
Con este sencillo ejemplo me gustaría ilustrar cuánto puede afectarnos el miedo en todas la áreas de nuestra vida, y peor aún el no enfrentarlo adecuadamente. Si el miedo se presenta a la hora de tomar acción hacia nuestros objetivos, debemos encontrar como superar ese miedo y no caer de manera inconsciente en soluciones cómodas que al final terminan afectándonos más que el miedo por sí mismo.
Creo que para poder enfrentar el miedo en cualquiera de sus variantes, necesitamos entender que el miedo no es real, el miedo es una condición de ignorancia o una creencia errónea de alguna situación, es solo una emoción que debemos enfocar de una manera distinta. Si yo les preguntara ahora ¿Qué es lo opuesto al miedo? estoy seguro que las respuestas serían: valor, empuje, confianza o calma... quiero decirles que todas son completamente erróneas.
Una vez hace mucho tiempo, cuando tomé un curso de rápel, un sistema de descenso por superficies verticales, que se caracteriza por utilizarse en lugares donde el descenso de otra forma es complicado, o inseguro. Tuve un momento casi de iluminación, porque entendí el verdadero opuesto al miedo, cuando me disponía a descender de una altura superior a los 70 metros, sentí un temor enorme, estaba paralizado, no me sentía capaz de hacer un movimiento si quiera.
Al ver mi situación, el instructor me tomó del chaleco y mirándome a los ojos me dijo: “Ya tienes la instrucción, el conocimiento de cómo hacerlo, entonces ¿Por qué tienes miedo? ahora lo que necesitas es confiar en ti y en tus habilidades para hacerlo”.
Particularmente en el camino hacia tus objetivos, el miedo hacia lo desconocido, el miedo a fracasar o al éxito mismo, nos paraliza, entonces debemos entender que el opuesto al miedo no es el valor, por que si yo en aquel momento de miedo, hubiera solo tenido valor, podría haber caído y sufrido algún accidente.
El verdadero opuesto al miedo es el conocimiento, debemos aprender, prepararnos y educarnos, para conocer y tener seguridad sobre el terreno que estamos o estaremos pisando a cada paso que demos en el camino hacia nuestras metas.
Es falso pensar que solo necesitas valor para aventurarte en la vida, esto solo nos lleva a no temer fracasar en un momento dado y esto no es mejor que el miedo al éxito, lo cual no es positivo, la excelencia se alcanza con el equilibrio que el conocimiento logra entre el miedo y el valor.
Muchos dirán que en este país el sistema educativo es obsoleto y deficiente, yo recomendaría sacudirnos las excusas y tomar responsabilidad de nuestra realidad, debemos dejar las cómodas justificaciones y tener determinación para aprender y entender muchas cosas.
No quiero decir que la educación no sea necesaria, si tienes la oportunidad aprovéchala al máximo y busca más, si no, búscala con el doble de esfuerzo y dedicación, el conocimiento está al alcance de quien lo quiera y necesite, como dato les comento que al menos la Ciudad de México es una de las que cuenta con más bibliotecas públicas en el mundo.
Debemos encontrar qué nos mueve, perder el miedo mediante el conocimiento y aprendizaje necesario para alcanzar nuestros objetivos, luego apoyados y motivados con ello, confiar en nosotros mismos y en nuestras habilidades, esta combinación es la que nos dará el valor y empuje necesario para avanzar.
Cuando hablo de este tema de perder el miedo y de buscar la manera de aprender cosas, siempre cuento una anécdota, de una conversación que escuché entre un padre y su hijo, en el norte del país, el hijo estaba intentando montar a caballo, y de pronto le dice al padre: “Papá no se montar, no puedo”. El padre casi sin mirarlo le dice: “Pues enséñese”.
Me parece muy divertida la expresión, pero también llena de sabiduría, esta manera en la que el padre alienta a su hijo a aprender, sin embargo, ni siquiera se ofrece a ayudarlo, le ordena enseñarse a sí mismo, aprender algo que desconoce, que pruebe e intente, que se equivoque, reflexione, entienda, aplique y aprenda.
Enséñense pues que el miedo no existe, decidan que quieren y busquen el conocimiento necesario para luego tener la seguridad en sí mismos y el valor de ir tras sus sueños.
¡Mucho éxito!