Después de la celebración de la misa en la Basílica de San Pedro donde se reunieron cuatro mil personas, el Papa Francisco se dirigió a la Aula Pablo VI, la sala más grande de la Santa Sede para compartir la mesa con mil 500 pobres.
La sala estaba llena de mesas redondas, además de 150 voluntarios y alrededor de 40 diáconos que servirían el almuerzo que el restaurante Al Pioppeto ofreció a los invitados, los cuales no solo provenían de Italia, también de Lyon, Nantes, Varsovia, Cracovia y otras localidades europeas.
El menú consistía de ñoquis, albóndigas y polenta, comida típica de la región, además conto con la presencia de la banda de la Gendarmería Vaticana y el coro “las dulces notas” compuesto por pequeños de entre cinco y 14 años.